miércoles, 1 de julio de 2009

LA SIMBIOSIS ENTRE UNIVERSIDAD Y EMPRESA: FORMANDO LÍDERES Y EMPRENDEDORES

Las organizaciones son definidas como sistemas abiertos y complejos, expuestas a múltiples variables, hecho que dificulta predecir sus resultados por una parte, y por otro, establecer las estrategias apropiadas para alcanzar sus metas. Es por ello que ante una misma disyuntiva, cada organización optara por un camino diferente orientado a resolver dicha contingencia, por lo general acertaran en las medidas adoptadas.


Durante este proceso y en la medida que se desarrollan, se evidencian actividades evolutivas análogas. Lo señalado, es muy parecido al proceso de crecimiento de los seres humanos, que van desde la infancia, para luego pasar por la adolescencia, posteriormente la madurez y finalmente la ancianidad. La evidencia indica que en cada una de estos ciclos se actúa y reflexiona de forma diferente, esto ocurre en épocas y tiempos distintos, algo similar sucede en las empresas, haciendo la salvedad que los matices estarán condicionados por quienes las dirigen, esto quiere decir, que tienen la posibilidad de crecer y evolucionar dependiendo de quién las lidera o administra.


La Universidad al igual que la empresa, está conformada principalmente por hombres que dentro de ella asumen diferentes roles, entre los cuales destacan: profesores y alumnos, además estas instituciones, poseen recursos económicos, tecnológicos, materiales e infraestructura, entre otros. Con estos elementos la Universidad cumple una misión, la de formar profesionales y que estos, aporten al desarrollo de la sociedad en su conjunto. Por tanto, la Universidad no está ajena a las preocupaciones que aquejan a dicha sociedad, dicha particularidad le impone ser una institución omnipresente.


Ambas instituciones entonces, la Universidad por una parte y la empresa por otra, poseen su propia misión y persiguen alcanzar sus objetivos particulares: el de esta última, consiste en producir el mayor volumen de bienes y/o servicios poniendo énfasis en la calidad, empleando estándares de eficiencia y haciendo una adecuada contención de los costos involucrados; la Universidad en su quehacer se plantea como misión: educar profesionales de calidad, con las competencias apropiadas, generar nuevos conocimientos y ser capaces de emplear tecnologías innovadoras.


Con respecto a esto, tanto las empresas como las universidades con el propósito de alcanzar los fines señalados, requieren de una relación asociativa y colaborativa que las potencien en su perfeccionamiento y la vez contribuya al cumplimiento de su misión. Siendo esta simbiosis el gran desafío que tienen para contribuir al desarrollo de la sociedad en su conjunto.


El desafío planteado necesita de una acción fundamental; elaborar una adecuada planificación, la que debe emanar desde lo más alto de las organizaciones, y porque no decirlo, debe provenir desde la autoridad máxima del país. Murdick (1994), conceptualiza la acción de planificar como sigue: "Consiste en decidir con anticipación lo que hay que hacer, quién tiene que hacerlo, y cómo deberá hacerse", esto lo entendemos como el eslabón entre el aquí y ahora, versus hacia donde deseamos llegar.


Cifras que aportan al análisis en las áreas de competitividad, innovación y eficiencia


El Foro Económico Mundial (FEM) ha definido la competitividad como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país", cabe señalar que el FEM, obtiene anualmente el Reporte Global de Competitividad (RGC) en el que son analizadas las variables y factores macro y microeconómicos que establecen la competitividad de los diferentes países. Se compone de doce pilares fundamentales subdivididos en tres áreas, ver Tabla 1.


Tabla 1: Los 12 pilares de competitividad

Requerimientos Básicos

Potencial de eficiencia

Factores de innovación

Instituciones

Educación superior y formación profesional

Sofisticación de las empresas

Infraestructura

Eficiencia del mercado

Innovación

Estabilidad macroeconómica

Eficiencia tecnológica

Salud y educación primaria

Eficiencia del mercado financiero

Tamaño del mercado

Eficiencia laboral

Fuente: Foro Económico Mundial informe 2008-2009.


Chile en el aspecto de competitividad global (Índice General 2008-2009) se encuentra en el lugar 28 (bajando dos lugares con respecto a la medición del 2007-2008) y posee 4,72 puntos, ocupa el primer lugar en la región. Si analizamos el resultado en las tres áreas de estudio, encontramos lo siguiente: en cuanto a los Requerimientos Básicos ocupa el lugar 36 con 5,15 puntos, en el Potencial de Eficiencia se sitúa en el puesto 30 con 4,58 puntos y en los Factores de Innovación se encuentra ubicado en el lugar 44 con 4,00 puntos[1]. Estos resultados son producto de la buena gestión macroeconómica y su decidida apertura al comercio internacional. Sin embargo, para acercarse a la cima requiere mejorar su sistema educativo y mayor desarrollo del campo tecnológico, para aumentar la capacidad del país en la generación de conocimientos y la innovación.


Aplicando el porcentaje del PIB para escrutar el comportamiento en el área de la innovación, se puede señalar que éste se encuentra muy por debajo de sus potencialidades, sólo el 0,7% del PIB se logra invertir en investigación y desarrollo, comparándonos con los países europeos (1,8%), o con el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (2,2%) y en contraste con otros países emergentes[2].


Por otra parte, nuestro país exhibe un liderazgo en el contexto mundial en algunas áreas, como es la minería, la acuicultura y la fruticultura, lo anterior producto de las ventajas comparativas que prodigiosamente nos brinda la naturaleza, sin desmerecer las del tipo competitivo que se ha prodigado durante los últimos años. Sin embargo, dichas ventajas se pueden conservar sólo por algún tiempo, considerando que nuestros competidores también avanzan, debido a la incorporación de mayor tecnología a sus productos, en tal sentido, es fundamental que Chile no pierda terreno, con respecto a países de similares características. De ahí que emerge la necesidad de aplicar innovación y creatividad en los procesos productivos de los productos que exportamos.


El empresario Juan Claro (2003), refiriéndose a la posición de Chile en el concierto internacional manifestó que: “El tema tecnológico se ha transformado en el principal generador de competitividad en la economía global, y aquí estamos comparativamente rezagados”.


Por su parte, el economista austriaco Schumpeter (1996), escribió que la función del empresario: “consiste en reformar o revolucionar el sistema de producción, explotando un invento, o de una manera más general, una posibilidad técnica no experimentada para producir una mercancía nueva o una mercancía antigua por un método nuevo, para abrir una fuente de provisión de materias primas o una nueva salida para los productos, para reorganizar una industria, etc.”, este concepto fue escrito en 1942, sin embargo, tiene plena vigencia para el actual estado del arte.


Estrechar vínculos y crear alianzas estratégicas fuente de oportunidades


De acuerdo a lo precedentemente señalado, se advierte una imperiosa necesidad de mejorar la reciprocidad existente entre las empresas y las universidades, esto debido a individualmente no poseen la totalidad de los conocimientos para hacer frente a los efectos actuales, entre los cuales destacan: la globalización, los cambios tecnológicos y la creciente competencia que presionan a los entes productivos a una incesante búsqueda en el ámbito de la innovación, lo anterior hace que las empresas requieran de profesionales competentes y con el perfil de emprendedor. En este contexto, es deseable que las universidades sean capaces de utilizar el enorme potencial que poseen y aprovechar la oportunidad para estrechar vínculos con el empresariado.


El Programa Público Privado de Fomento al Emprendimiento, en su informe del año 2002, proporciono información significativa en diversos aspectos, uno de ellos, centrado en el análisis de la Educación y Emprendimiento, y la influencia del entorno para la obtención de nuevos emprendedores. Una de las conclusiones en este aspecto señala: “la educación primaria está muy centrada al ingreso a la Universidad, lo que acota las alternativas que favorezcan el emprendimiento. A su vez, la educación superior está también enfocada hacia el empleo dependiente, no dejando espacios para otras alternativas una vez que se terminan esos estudios”, en síntesis el rol de ambos niveles de la educación nacional es limitado como fuente de emprendimiento. Dicha conclusión, es consistente por lo expresado por Brunner (2003), “En Chile la oferta de investigación de las universidades no satisface los requerimientos del sector privado”.


En la actualidad, es primordial para llevar a cabo un proceso que involucre innovación y tecnología, contar un marcado liderazgo que sea capaz de orientar dicho desafío en el sentido correcto, considerando las variables que le son impuestas a las organizaciones, como es el tiempo y la escasez de recursos asociados a las múltiples necesidades de las empresas. En este escenario, los líderes deben saber sortear los problemas que enfrentan, de tal manera de obtener los mejores resultados.


Lo señala de esa forma Hidalgo (2008), “Para buscar soluciones a los problemas que se presenten, la dirección debe tratar de conseguir apoyo desde diferentes ámbitos, dado que un proceso de innovación tecnológica abarca actividades que van desde el laboratorio hasta el mercado, pasando por otras tan diferentes como diseño, prototipo, producción, etc.”, las acciones descritas demandan una buena formación de los profesionales o técnicos que las deben llevar a cabo.


Darwin (2004), al plantear la teoría de las especies señala: “No son las especies más fuertes las que sobreviven, no las más inteligentes, son las que mejor responden a los cambios”, este comentario plantea la capacidad que deben tener los seres vivos para hacer frente a los continuas evoluciones del entorno, si este concepto lo asociamos a las organizaciones (formadas por hombres), indica que deben estar preparadas para los cambios de paradigmas, en un mundo que se presenta cada día más complejo e inestable.


La innovación-emprendimiento, llave maestra que abre la puerta hacia el liderazgo.


Entendiendo la función de un emprendedor como: La acción de modificar o hacer un cambio de paradigma en los modelos de producción, a través de la utilización de un invento, o mediante la incorporación de una factibilidad tecnológica aun no explorada, con la finalidad de producir un nuevo bien o servicio, o con el objeto de producir un bien y/o servicio ya existente en el mercado empleando una forma diferente y novedosa.


Entendemos por innovación incremental la acción de mejorar un bien o servicio ya existente, a través mejorar las condiciones de acceso en el mercado, agregándole valor, incorporándole atributos que facilitan su utilización, o bien modificando sus características ergonométricas haciéndolo mucho más práctico en el uso para los consumidores, entre otras. Por su parte, la innovación radical consiste en el desarrollo de un nuevo un bien o servicio no existente en el mercado. Sin embargo, esta innovación dado que involucra mayores costos en su desarrollo, generalmente requiere un mayor compromiso por parte de los ejecutivos de la empresa, los que no siempre están dispuestos a correr riesgos con nuevos productos, en tal sentido debe concitar el entusiasmo de los emprendedores para que sea efectiva, lo señalado explica el desarrollo económico.

Los autores Pavón e Hidalgo (1997), definen el proceso de innovación tecnológica, como “el conjunto de las etapas técnicas, industriales y comerciales que conducen al lanzamiento con éxito en el mercado de productos manufacturados, o la utilización comercial de nuevos procesos técnicos”. Del análisis de lo referido, es posible evidenciar que confluyen algunos elementos fundamentales, entre los cuales destacan los siguientes: la fuerza que impulsa a la empresa para la consecución de objetivos en el largo plazo, el contexto macroeconómico, la modificación de las estructuras productivas y a la continua incorporación de nuevas actividades económicas.


Hacia la sincronización de un sistema que logre los efectos deseados; innovación Universidad y Empresa


Esto quiere decir ampliar las perspectivas de la organización: crear una cultura abierta a innovaciones, mostrar una visión externa de la Universidad, el poder conocer y determinar por parte de los directivos de la organización como se encuentra en comparación con la mejor, y crear un rápido aprendizaje de la cultura organizacional enfocándola al mejoramiento continuo.


El gran desafío que se le presenta a las universidades, es generar instancias en las que se enseñe el conocimiento tradicional, pero además abocarse en desarrollar una formación centrada en el pensamiento crítico y dando un contundente énfasis en estimular la creatividad de los educandos. Dicho enfoque, entregara como resultado individuos capaces de ser verdaderos líderes, con amplio espíritu emprendedor y con aptitudes en el campo de la innovación, esto no quiere decir que sea aplicable solo en el campo de los negocios, sino que también, en las diferentes disciplinas que requiere el mundo actual, de ese nuevo profesional.


Paralelamente nuestro país, requiere urgentemente que sus empresas desarrollen la capacidad de innovar, crear y exportar talento y sofisticación, tanto en bienes como en servicios, y utilizando materias primas nacionales o que provengan de otros países. La incorporación de dicha dinámica, nos permite situarnos como una sociedad y una economía apoyada en el conocimiento, es ese el lugar donde nuestro país debiera concurrir.

Mejorar el porcentaje del PIB que se destina a innovación, asimilándolo al de países que han logrado éxitos en esta área.

Implementar nexos entre las universidades y empresas que posibiliten el intercambio de información técnica relevante, desarrollo actividades de capacitación y entrenamiento orientados a los diferentes niveles, inversión en material didáctico, y eventos que faciliten la divulgación del conocimiento.

Bibliografía:

§ Brunner, José Joaquín y Gregory Elacqua. 2003, “Informe sobre Capital Humano”, Santiago, Universidad Adolfo Ibáñez.

§ Claro, Juan. 2003, “120 años y Responsabilidad Social Empresarial”, Discurso del presidente de la SOFOFA con motivo de los 120 años de existencia de la Asociación Gremial, (Santiago, jueves 30 de octubre 2003, Casa de Piedra).

§ Darwin, Charles. 2009, “El origen de las especies por medio de la selección natural”, Madrid, Ed. Alianza.

§ Hidalgo, Antonio., Vizán, A. y Torres, M. 2008, “Los factores clave de la innovación tecnológica: claves de la competitividad empresarial”, Dirección y Organización, (36), pp.5.

§ Ministerio de Economía. 2002, “Informe final programa publico privado de fomento al emprendimiento”, Santiago.

§ Murdick, R. C. 1994, “Sistemas de Información Administrativa”, México, Ed. Prentice-Hall Hispanoamericana.

§ Pavon, Julián e Hidalgo, Antonio. 1997, “Gestión e innovación un enfoque estratégico”, Madrid, Ed. Pirámide.

§ Schumpeter, Joseph A. 1996, “Capitalismo, socialismo y democracia”, Barcelona, Ed. Folio.



[1] Fuente: Ranking de Competitividad Global elaborado por el World Economic Forum (WEF), año 2008 - 2009.

[2] Fuente: Informe anual InnovaChile CORFO, 2008.

sábado, 9 de mayo de 2009

MÁS ALLA DE LOS ACONTECIMIENTOS; ENCONTRANDO UN RENACER


¿Qué decide el éxito o fracaso de una institución? Por lo general, las organizaciones fracasan cuando sus estrategias no se adecuan al ambiente en el cual se desenvuelven, por ende, el éxito de ellas estará asociado a la capacidad de adaptabilidad al entorno. Pues bien, surge una nueva interrogante: ¿De quien depende que se adopten las estrategias adecuadas, que le permita a estas organizaciones adaptarse al medio en cual operan? La respuesta pareciera ser un consenso, los directivos y en quien recae toda la responsabilidad es en el líder de la organización o quien esté al frente de ella.

A través de nuestro conocimiento empírico, nos imponemos que existen muchos casos de países, empresas, instituciones, equipos deportivos o grupos de personas que alcanzan una posición de éxito y esta es reconocida y validada por la sociedad, sin perjuicio de ello, a la cabeza de estas organizaciones identificamos un conductor o líder.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, define como líder: “Persona a la que un grupo sigue reconociéndola como jefe u orientadora”.

En esencia, un líder es un individuo que logra transmitir confianza y seguridad, por tal hecho, obtiene seguidores, que estarán dispuestos a alinearse con sus objetivos o propuestas, a la vez esas propuestas son coherentes con las expectativas de los seguidores. En este proceso, estos últimos se dan cuenta (perciben), que quien está al frente es creíble, es capaz de enfrentar múltiples situaciones con decisión y perseverancia, lo cual vuelve a influir positivamente en sus seguidores. Produciéndose un ciclo virtuoso: el líder actúa – seguidores captan – el líder refuerza actitudes – seguidores proceden.

Por lo tanto, podemos entender al líder como un impulsor para el cumplimiento de los objetivos de una organización.

El texto elaborado por Bennis y Thomas (2003), recoge algunos casos y experiencias, ocurridas a diferentes personas en escenarios del tipo complejo. Las vivencias relatadas, se desarrollaron en un medio que les era desfavorable o mejor dicho, hostil. En ese evento, lograron un cambio que los hizo despertar o visualizar la situación acontecida con otra perspectiva, dejando atrás prejuicios, cargas emocionales, aspectos culturales, etc., para posteriormente alzarse como líderes en sus ámbitos de acción.

Como hemos visto, ciertos personajes logran cierta preeminencia o notoriedad dentro de la sociedad, los cuales son capaces de infundir de modo natural seguridad, lealtad y voluntad, en otros congéneres, mientras que otras personas por mucho que lo deseen, son incapaces de lograrlo.

¿Cuándo y cómo logramos un cambio de paradigma?

Una buena forma para resolver las complejidades que afligen a los seres humanos, es volcarnos hacia la naturaleza, muchos estudiosos de diversos temas, han encontrado en ella convincentes respuestas, logrando desarrollar teorías, modelos y hasta aplicaciones en la industria del consumo. En ese contexto, el profesor Laitman (2009), señala que: “Debemos imitar a los organismos vivos y utilizarlos como modelos para ver cómo organizar nuestras vidas en un todo único”.

Es por ello, que producto de la observación y relacionando el comportamiento de estos organismos con las situaciones contingentes podemos establecer ciertos patrones de conducta y descifrar ciertos paradigmas.

Tal como ocurre con la fábula: “El secreto de las águilas” (Anónimo), en la que este ser vivo tiene dos alternativas el de morir o renovarse. Lo anterior, debido a que producto de los años, su cuerpo ya no responde a las exigencias que requiere como cazadora para su sobrevivencia. Producto de ese hecho, entra en un proceso de despojarse de su pico que se ha tornado inservible, una vez que crece, prosigue con la renovación de sus garras, para finalizar con su plumaje. Dicho proceso, dura alrededor de cinco meses, transcurrido ese tiempo el águila vuelve a ser la majestuosa ave que todos conocemos, prolongando su vida por varios años más.

A través de esta historia, podemos establecer una analogía con el ser humano, es decir, la situación extrema obliga a tomar decisiones radicales, son verdaderos puntos de inflexión que desencadenan un replanteamiento de lo obrado hasta ese momento.

En esa línea de razonamiento, me permito citar el Salmo 103:4 – 5, contenido en la Biblia; “El rescata tu vida de la tumba, y te colma de amor y de ternura; sacia de bienes tu existencia, te rejuveneces como un águila”, lo citado, nos muestra el camino del renacer, pletórico de energía y con nuevos bríos para iniciar una nueva etapa.

En tal sentido, aquellas personas estudiadas por los autores de “Situaciones límite: los crisoles del liderazgo”, se consolidaron como líderes logrando reinventarse. Sin embargo, aun queda pendiente lo fundamental, y esto es porque las personas optan por ese camino.

La determinante que nos mueve a intentarlo frente a la adversidad

Surgen algunas incógnitas, que nos mueven a pensar y a cuestionarnos, debido a que por lo general los individuos, poco o casi nada conocemos de nosotros mismos. ¿Sabemos de ante mano, como vamos a reaccionar ante una situación límite o en determinada circunstancia? ¿Tenemos preparado un plan para actuar ante hechos imprevistos? ¿Si me notifican de una enfermedad catastrófica, tengo todo resuelto? La respuesta es categórica y contundente, un rotundo ¡no! A lo más, nos hemos puesto ante escenarios ficticios y pensamos o creemos que reaccionaríamos de tal o cual forma, pero ello dista mucho de la realidad en la mayoría de los casos.

Siguiendo con esta idea, es del caso recoger un antiguo proverbio chino, citado por el profesor Mintzberg (Mintzberg, 1973), que señala; “conocer a los demás es inteligencia y conocerse uno a sí mismo es sabiduría”.

Ese hecho, ha llevado a estudiosos del tema a investigar y buscar explicaciones que satisfagan estos requerimientos, el doctor en Psicología de la Universidad de Harvard, Daniel Goleman, (1995), plantea que la inteligencia emocional es la condición sin la cual no se manifestaría el liderazgo, lo señalado, tiene cierta correlación con lo leído en el texto, a instancias que un individuo que ha recibido una preparación adecuada, del mejor nivel, estar dotado de una excelente capacidad prospectiva y atiborrado de lúcidos proyectos, sin embargo si no cuenta con la Inteligencia Emocional, no alcanzara la dimensión de un excelso líder.

La inteligencia emocional, así definida por Goleman (1998), la entendemos: “como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones”. Esto, nos plantea un desafío el cual es, conocernos y además reconocernos, con nuestras virtudes y capacidades, para integrarnos al mundo que nos rodea.

Otros eruditos, le asignan a la “inteligencia emocional”, una vital importancia, debido a que incidiría en los triunfos o fracasos de los individuos. Sin embargo, dicha inteligencia no debiera afectar o interferir con la capacidad intelectual de los individuos, dicho de otra forma, tendría una estrecha relación con aquellos rasgos propios de la personalidad individual y en sintonía con los atributos de los seres humanos.

Por lo tanto, podríamos mencionar que aquellas aptitudes de tipo social y las de carácter emotivo que acompañan a las personas, serían mucho más relevantes para lograr la excelencia en todos los aspectos de la vida, en contraposición con los talentos intelectuales que exhiben los individuos.

Teniendo presente el actual entorno mundial, en cuanto a las complejidades que los seres humanos nos vemos enfrentados, referidas a la crisis económica y la pandemia de la influenza humana, el Dr. Weisinger (1998), le concede una aplicación pragmática a la inteligencia emocional, comentando: “es útil en tiempos de bonanza, imprescindible en tiempos de crisis”.

En los escenarios cambiantes y turbulentos, muchos paradigmas son derribados y reemplazados constantemente, lo cual nos hace tomar mayor conciencia de nuestras vidas, como así también de lo que esperamos a futuro, en lo personal, profesional y laboral, sobre este último Goleman (1998) plantea lo siguiente: “Las normas que gobiernan el mundo laboral están cambiando. En la actualidad no sólo se nos juzga por lo más o menos inteligentes que podamos ser ni por nuestra formación o experiencia, sino también por el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos o con los demás.”

Nuestro conocimiento personal es fruto de nuestras experiencias y de los demás, por tal motivo, la importancia de cómo nos relacionamos es fundamental en este proceso de crecimiento individual, el biólogo chileno H. Maturana (2003), nos enriquece con su perspectiva al señalar sobre el particular: "En el conversar construimos nuestra realidad con el otro. No es una cosa abstracta. El conversar es un modo particular de vivir juntos en coordinaciones del hacer y el emocionar. Por eso el conversar es constructor de realidades. Al operar en el lenguaje cambia nuestra fisiología. Por eso nos podemos herir o acariciar con las palabras. En este espacio relacional uno puede vivir en la exigencia o en la armonía con los otros. O se vive en el bienestar estético de una convivencia armónica, o en el sufrimiento de la exigencia negadora continua."

¿Que nos proporciona esa capacidad de reaccionar en mejor forma frente a situaciones extremas? El dominio de sí mismo, no perder la calma, ni la cordura por muy adverso que se presente el panorama, el conocimiento personal, a través de tener claridad sobre las destrezas en lo netamente emocional, es un muy buen punto de partida.

Sobre el particular, Goleman (1995), sitúa al individuo bajo un prisma en el cual es capaz de ordenar sus emociones, señalando: "Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad".

Como una forma de reforzar lo tratado, he extraído parte de lo escrito por Robert Fisher (1998): “El caballero no parecía tener alternativa. Perdía fuerza con cada segundo que pasaba y la sangre brotaba de sus dedos allí donde se aferraban a la roca. Pensando que moriría, se dejó ir y se precipitó al abismo, a la profundidad infinita de sus recuerdos.

Recordó todas las cosas de su vida de las que había culpado a su madre, a su padre, a sus profesores, a su mujer, a su hijo, a sus amigos y a todos los demás. A medida que caía en el vacío, fue desprendiéndose de todos los juicios que había hecho contra ellos.

Fue cayendo cada vez más rápidamente, vertiginosamente, mientras su mente descendía hacia su corazón. Luego, por primera vez en su vida, contempló su vida con claridad, sin juzgar y sin excusarse. En ese instante, aceptó toda la responsabilidad por su vida, por la influencia que la gente tenía sobre ella, y por los acontecimientos que le habían dado forma”. Este relato, nos devela que mientras no seamos capaces de conocernos a sí mismos y reconocer nuestros errores, seremos presa de los miedos. Lo contrario, nos permitirá enfrentarnos a los desafíos con una fuerza interior que hará posible alcanzar los objetivos planteados.

Conclusión

Un buen líder debe poseer una buena cuota de optimismo y ser capaz de hacer frente a las amenazas para luego convertirlas en oportunidades.

Es fundamental, lograr el conocimiento interior, ello facilitara en todo momento la relación con el entorno y sus semejantes, y de ese modo, tomando el control de la propia vida tendrá la capacidad de erigirse como líder.

Finalmente, aunque parezca complicado el hecho de poder obtener y manejar las capacidades de la inteligencia emocional, su peculiaridad es que estas, pueden ser aprendidas por los individuos, es más, suelen ser identificadas por ellos mismos, previo un dedicado trabajo, para posteriormente producir un potenciamiento y un mejor aprovechamiento de ellas.

Bibliografía:

§ Bennis, Warren G. y Thomas, Robert J. 2003, “Situaciones límite: los crisoles del liderazgo”, Harvard Deusto, Business Review, (112) pp. 46 – 53.

§ Diccionario de la Lengua Española. 2001, Madrid, Editorial Espasa-Calpe, Vigésima segunda edición.

§ Fisher, Robert. 1998, “El Caballero de la Armadura Oxidada”, Barcelona, Ed. Ediciones Obelisco, Pág. 90-91.

§ Goleman, Daniel. 1995, “Emotional Intelligence: Why It Can Matter More Than IQ”, New York, Ed. Bantam Books.

§ Goleman, Daniel. 1998, “Working With Emotional Intelligence”, New York, Ed. Bantam Books.

§ La Casa de la Biblia. 1997, “Biblia de América”, Madrid, Ed. Grafo S.A.

§ Laitman, Michael. “La necesidad de un programa único educativo global”, laitman.es/2009/01/la-necesidad-de-un-programa-unico-educativo-global/ [Abril, 25, 2009].

§ Maturana, Humberto. 2003, "El sentido de lo humano", Santiago de Chile, Ed. J.C. Sáez, 10a.

§ Weisinger, Hendrie. 1998, “Emotional Intelligence at Work”, San Francisco, Ed. Jossey – Bass.