viernes, 24 de abril de 2009

EDUCACIÓN A LA TOTALIDAD DEL SER Y NO SOLO ORIENTADA A SU CABEZA: DESAFÍO PARA EL DOCENTE UNIVERSITARIO


La sociedad y la educación en particular, son impactadas por un sinfín de cambios, producto de la globalización, el efecto instantáneo de las comunicaciones y las crecientes innovaciones tecnológicas. Simultáneamente, la sociedad es aquejada por diversos factores negativos; la pobreza, el cambio climático, la drogadicción, la hambruna, las conductas irracionales y el nihilismo entre otros.

 

En consecuencia, los líderes del mañana deben saber cómo actuar ante estos nuevos escenarios y paradigmas. En este ámbito, al docente universitario le corresponde un rol fundamental; el de contribuir en el proceso educativo de quienes asumirán la responsabilidad de liderar la sociedad del siglo XXI.

 

Frente a esto, me atrevo a plantear que la educación de hoy, no educa, solo instruye. Y es más, no se educa pensando en motivar al educado, por tanto, es impensado que puedan ser considerados seres autónomos, interconectados con sus aspiraciones y su singularidad, en síntesis la educación esta deshumanizada.

 

Por ende, no basta con que el docente posea sólo capacidades académicas, como sinónimo de pedagógicas, estas van más allá e implican contar con una visión integral, considerando lo académico, el uso de las tecnologías de la información para el aprendizaje, como así también, requiere comprender lo que sucede y ocurre en su entorno.

 

El problema del mundo entero es que los líderes de hoy no comprenden que al mundo se le puede transformar únicamente por medio de la educación. En definitiva, si educásemos aunque fuese una generación cabalmente, las siguientes también podrían corregirse.

 

Transformaciones y cambios culturales, producto de las tecnologías de información y comunicación (TIC)

 

La introducción generalizada de las nuevas TICs, en todos los ámbitos, está produciendo un cambio significativo en nuestra manera de trabajar, de relacionarnos y de aprender. Como señala Castells (1986): “un nuevo espectro recorre el mundo: las nuevas tecnologías. A su conjuro ambivalente se concitan los temores y se alumbran las esperanzas de nuestras sociedades en crisis. Se debate su contenido específico y se desconocen en buena medida sus efectos precisos, pero nadie pone en duda su importancia histórica y el cambio cualitativo que introducen en nuestro modo de producir, de gestionar y de morir”.

 

El mundo actual está saturado de cambios e incertidumbres, siendo el fenómeno de la globalización el efecto que mayor impacto introduce en el diario vivir y por sobre todo en e  proceso educativo, obligándonos a adoptar una nueva dinámica para ir a la par de las transformaciones con los cambios que desata esta tendencia.

 

Estos acontecimientos hacen más conscientes a las personas acerca de los patrones de vida, las inducen a adquirir nuevas perspectivas sobre sus ventajas o desventajas comparativas y a fortalecer las demandas por una mejor calidad de vida. En este escenario, los estudiantes acuden a la universidad en busca de una formación idónea que los capacite para alcanzar estas competencias.

 

Insuficiencia de conocimiento y educación descontextualizada

 

Algunas investigaciones como la realizada en Canadá y Estados Unidos por Evers, Rush y Berdrow (1998), muestran que con frecuencia los conocimientos adquiridos por los estudiantes durante sus estudios de pregrado no son suficientes para que tengan éxito en la vida real. En la práctica, son ciertas habilidades generales y valores los que determinan el éxito de los egresados, independientemente de los conocimientos que adquieran. Estas habilidades generales, regularmente no son desarrolladas por los alumnos en su paso por la universidad y, lo que es más intrigante, según los autores, con frecuencia los alumnos que tienen mejores calificaciones son los más torpes en aplicarlas.

 

La pregunta nace espontáneamente. ¿Qué ofrecen las universidades a los estudiantes? Pues bien, los diferentes Centros de Educación Superior, ofrecen a los estudiantes un número considerable de opciones donde ellos pueden escoger aquella que le guste y/o que se acomode a sus posibilidades. La calidad de la educación que ofrecen estas instituciones varía de una a otra, según su infraestructura, tecnología, currículos, aspectos pedagógicos y metodológicos, y el nivel de investigación que le aplique a sus procesos.

 

Sin embargo, en  la mayoría de los casos es una formación descontextualizada con el medio en el que el nuevo profesional accederá, lo que en muchos procesos influye negativamente en sus posibilidades de inserción laboral o bien terminar con su cometido. Los factores que conllevan a este tipo de formación son de diversa índole, pero en esta reflexión deseo ponderar especialmente: el desempeño del Docente Universitario, por ser éste el agente encargado por la institución para orientar procesos de enseñanza- aprendizaje.

 

En el ejercicio de la docencia, incursionan personas de todas las profesiones, unos por vocación, otros por mejorar sus ingresos y otros porque no encontraron otro trabajo. Todos con la noble misión de formar, entre otros, a los futuros líderes.

 

¿Cómo lo llevan a cabo? La evidencia empírica muestra que un buen número de ellos están impartiendo formación tradicional, la misma con la que fueron formados y, en muchos casos, se enorgullecen afirmando que son los mejores por que tienen 25 o más años de experiencia (y algunas veces son 25 o más años repitiendo los mismos conceptos desgastados o revaluados y desactualizados). Este docente se considera el centro del proceso, dueño absoluto de la verdad, encargado de “llenar las mentes vacías de los alumnos”, mediante la transmisión de conocimientos teóricos, carentes de sentido práctico. El sociólogo y filósofo francés Edgar Morin (2007) nos recuerda en uno de sus libros una frase que muy bien puede servirnos como orientación: “vale más una cabeza bien puesta que una cabeza repleta”.

 

Con ese método, los estudiantes cumplen un papel pasivo en este proceso tan importante para su proyecto de vida, no logran desarrollar la creatividad, el espíritu investigativo, el análisis crítico y prospectivo, el trabajo en equipo, en fin, terminan siendo profesionales que no tienen mucho que aportar a la sociedad ni a las empresas que los contratan. En tal sentido, los jóvenes perciben a las instituciones educativas como baladí para sus vidas.

 

Los profesionales del futuro, que hoy son estudiantes, esperan del docente universitario una formación diferente, valiosa; que verdaderamente los prepare para poder competir no sólo en Chile, si no, en cualquier parte del mundo, donde puedan ser contratados en cumplimiento de los procesos de integración regional generados por la globalización. Para ello, el docente debe reflexionar sobre su quehacer pedagógico y metodológico, sobre la coherencia y aplicabilidad de lo que está enseñando y llegará, en consecuencia, a la conclusión que debe desaprender y reaprender nuevas técnicas y ampliar las fronteras de sus habilidades que le permitan brindar a sus estudiantes la formación que ellos necesitan.

 

Las Universidades que ya se han dado cuenta de este problema, están invirtiendo en la capacitación de su personal administrativo y docente, para que se apropien de nuevas metodologías, con el objetivo de reorientar el proceso enseñanza – aprendizaje. El enfoque que se le está dando a este proceso en la nueva concepción  de educación superior, está orientado a la “formación basada en competencias”. Una formación de este tipo, demanda del docente un rol diferente al tradicional. Aquí el centro del proceso es el estudiante, el docente cumple la función de coordinador, de acompañante, de guía, de asesor, de orientador del proceso, en suma un facilitador. El verdadero protagonista es el estudiante, quien debe ser artífice de su aprendizaje. Centrar el aprendizaje en los estudiantes y no en la enseñanza, ni en el profesor, despertar e incentivar la creatividad.

 

Para muchos docentes esto implica un cambio radical en su quehacer pedagógico, en su  mentalidad, en el sistema de evaluación, en el enfoque que se le da a las asignaturas; es menester cambiar a una nueva pedagogía, la “Docencia Estratégica” que R. Quesada (2008) define en los siguientes términos: “La docencia estratégica busca el aprendizaje significativo de contenidos y el desarrollo de habilidades de pensamiento con el fin de que los estudiantes se conviertan en aprendices autosuficientes. En esta perspectiva, entonces, el énfasis está en los estudiantes, buscando que estos aprendan estrategias que les permitan autorregular su aprendizaje”.

 

Para conseguir esta formación, el docente debe generar espacios en sus clases que propicien la reflexión, la crítica, el trabajo en equipo y la autoformación. No puede seguir usando la clase magistral como única herramienta de su trabajo. Una buena estrategia para apoyar y facilitar la autoformación de los estudiantes, es el trabajo independiente que fue establecido en los diseños curriculares con créditos académicos, pero, para que éste produzca los resultados deseados, debe ser planeado y estructurado a través de guías de trabajo independiente, en donde se explique claramente el objetivo del trabajo, las fuentes a consultar, las aplicaciones del tema y el tiempo a emplear en dicho trabajo.

 

De cara a todas estas exigencias, par el docente se hace imperativo entender que no se puede dar de lo que no se tiene. Es por eso que, para brindar “Docencia Estratégica”, es necesario prepararse en este aspecto, aprovechando todas las instancias de capacitación al alcance y comprender que educar es servir, ser conscientes que este sentido de servicio en la profesión cambia su visión como docente para siempre.

 

La educación necesita: una inyección espiritual universalista

 

Lo señalado precedentemente, es solo una parte de la transformación al nuevo rol del docente, es necesario también, que las universidades y por consecuencia los profesores universitarios sean capaces de proporcionar una educación que permita también integrar a las personas y al mundo, además de orientar a los estudiantes para que se auto motiven y tomen conciencia de su plan de vida y autorrealización.

 

El doctor Masaru Emoto (2003), fotografió moléculas de agua expuesta a diversos estímulos ambientales, cada una de las cuales cambia impresionantemente ante cada estímulo recibido. Al estar relacionadas con vibraciones sonoras agradables, como “gracias”, “te amo” o rezos, las moléculas adquieren formas de flor o joyas, mientras que las vibraciones de música heavy metal o la voz de Adolf Hitler producían en las moléculas una inestabilidad, causándoles formas desagradables. Ahora bien, el 70% de nuestro cuerpo está constituido por agua. Las vibraciones que recibimos de nuestro medio ambiente están llenos de violencia, ruidos, envidias y odio, afectándonos tanto física como sicológicamente. Que deseo ejemplificar con esto, sencillamente hemos dejado de lado las simplicidades de la vida, preocupándonos de adquirir solo logros materiales.

 

Por ello es necesaria una educación en la que el docente eleve a sus alumnos a un punto de madurez tal, que alcance un sentido comunitario plenamente desarrollado y en una perspectiva global, que se centre en la capacidad de amar a su prójimo y respetándolo por sobre todas las cosas.

 

Lo señala (Senge, 1999): "El verdadero aprendizaje llega a la esencia de lo que significa ser humano. Mediante el aprendizaje nos recreamos y nos volvemos capaces de realizar lo que nunca antes pudimos hacer. Mediante el aprendizaje incrementamos nuestra capacidad de crear, para formar parte del proceso generativo de la vida. Todo ser humano siente un profundo anhelo de este aprendizaje."

 

Ese conocimiento debe superar las antinomias de los conocimientos hiperespecializados e identificar la falsa racionalidad (abstracta y unidimensional); pero a la vez, ha de venir acompañado por la enseñanza de la condición humana, en donde el proceso formativo esté guiado en aprender del ser humano, situado en el universo y a interrogarse sobre nuestro devenir. (Morin, 2007).

 

Los objetivos educativos en este paradigma cambian. No se trata de enseñar contenidos que se quedarán obsoletos rápidamente sino enseñar a aprender, para ello, es necesario que los alumnos desaprendan para así estar permeables y recibir los contenidos con mayor receptividad.

 

Conclusión

 

Si se quiere obtener resultados diferentes de los alcanzados, es indispensable hacer algo distinto de lo que se ha hecho hasta ahora. En otras palabras, si se continúa haciendo lo mismo que se está haciendo, es impensado que esto pueda  provocar algún cambio. En la mayoría de los casos, la posibilidad de hacer algo diferente de lo que se está haciendo, tiene como requisito previo adquirir conocimientos o al menos habilidades con las que actualmente no se dispone, o que se tiene pero con un grado de desarrollo menor al requerido.

 

Un modelo de educación moderno, implica un replanteo estructural de los contenidos, métodos y técnicas de la enseñanza, de la investigación y de la extensión universitaria; de la orientación de las profesiones en los mercados de trabajo; de la producción y distribución de conocimientos y su organización disciplinaria y de las relaciones de la universidad con la sociedad y con el sistema productivo.

 

El ser humano es una parte integral de la naturaleza, esto nos indica que debemos imitar a los organismos vivos y utilizarlos como modelos, para ver cómo organizar nuestras vidas, en un todo único, es decir una educación centrada en la evolución social y personal.

 

Es imperativo hacer un giro principalmente en la sociedad y su manera de aportar algo nuevo a sus vidas y a la humanidad, luego se afectará la universidad; que no es más que el reflejo de la sociedad y viceversa, después se cambiará la verdadera misión de los educadores y de esa manera la de los estudiantes y por añadidura la de los profesionales; líderes del mañana.

 

A las personas se les debe enseñar lo que es más importante: ¡vivir bien! (Laitman, 

 

Finalmente, concluyo este ensayo con las sabias palabras: “Recuerda que cuando abandones esta tierra, no podrás llevar contigo nada de lo que has recibido, solamente lo que has dado: un corazón enriquecido por el servicio honesto, el amor, el sacrificio y el valor." San Francisco de Asís.

 

Bibliografía:

 

§  Castells, Manuel. 1986, “El desafío tecnológico. España y las nuevas tecnologías”, Madrid, Ed. Alianza, 13.

§  Emoto, Masaru. 2003, “Mensajes del agua: La belleza oculta del agua”, Barcelona, Editorial La Liebre de Marzo.

§  Evers, Frederik T., James C. Rush and Iris Berdrow. 1998, “The Bases of Competence: Lifelong Learning and Employability”, San Francisco, Ed. Josey-Bass Publishers, 273.

§ Laitman, Michael. http://laitman.es/2009/03/la-solucion-de-los-fracasos-de-nuestros-sistemas-educativos-es-estudiar-el-gobierno-superior/ [Abril, 13, 2009].

§   Morin, Edgar. 2007, “La Cabeza Bien Puesta: Bases Para una Reforma Educativa”, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión.

§  Naranjo, Claudio. 2004, “Cambiar la educación para cambiar el mundo”, España, Ed. La Llave.

§  Quesada, R. 2008, “Cómo planear la docencia estratégica”. México, Editorial Limusa, 27.

§  Senge, Peter M. 1999, “La Quinta Disciplina”, 7ª Edición, España, Ed. Granica, 24.